miércoles, 27 de enero de 2016

Las caídas

Prevenir una caída nos puede dar años de vida sana.


Desde que nacemos y empezamos a hacer nuestros primeros esfuerzos para caminar sufrimos de caídas y uno que otro golpe en el intento, caídas que mayormente nos provocaron unos segundos de llanto y cuando mucho algún hueso fracturado. Nuestra estructura ósea es muy flexible y nuestra capacidad de recuperación muy acelerada.

Posteriormente quizá empecemos con actividades más retadoras físicamente, o quizá incurramos en deportes de menos propensión a caídas o en el que las únicas caídas que presentemos es dentro de un videojuego.

El verdadero problema viene con los adultos mayores. Los primeros síntomas los dan a través de la inseguridad al caminar y posteriormente derivan en caídas que dejan huella en el cuerpo y en la mente de la persona. Desde moretones que tardan en desaparecer hasta fracturas que tardan más en sanar y un estado de miedo que se rehúsa a alejarse. Cuándo la persona padece osteoporósis el escenario se vuelve más negro.

Una fractura tardará más en consolidar por el metabolismo más lento correspondiente a la edad y en miembros inferiores demandará una inmovilización que disminuye la función muscular de forma importante. Entonces se vuelve muy importante recurrir a la Terapia Física para acelerar ese proceso de Rehabilitación, evitar formación de yagas y tromboembolismos y evitar la atrofia muscular con el consiguiente dolor y miedo a caminar.

En ocasiones se vuelve más difícil de librar la lucha en el plano psicológico que en el físico. El miedo a una segunda caída, el duelo al verse limitado en las tareas que antes eran cotidianas, el estrés de depender de otras personas y el consiguiente desgaste que implica el cuidado del enfermo se pueden vislumbrar como una cuesta empinada que luce imposible de escalar.

Aquí el Fisioterapeuta se enfrenta a una empresa compleja dando un abordaje físico, y mental hasta donde sus capacidades le permiten, donde a veces se requiere recurrir a un psicólogo tanto para el enfermo como para el cuidador cuando los periodos de recuperación se alargan mucho.

Una buena rehabilitación deberá comprender la disminución del dolor, el aumento de la fuerza y una gran cantidad de ejercicios de equilibrio estático y dinámico que devuelvan la confianza al paciente de realizar cada tarea de su vida cotidiana.

El camino es difícil, el escenario es tenebroso, para algunos lo será más e inclusive para algunos será como un día nublado, quizá algo efímero. Pero lo más importante es evitar que esto ocurra. Para ello les comparto algunos consejos para estar alerta a los primeros síntomas que nos indican que se incrementa el riesgo de una caída.


  1. Si nuestro familiar o amigo tropieza o golpea cosas con más frecuencia al caminar, esto puede ser indicador de disminución de la capacidad visual y por ende de la capacidad de deambulación. 
  2. Si se manifiesta miedo verbalmente al subir o bajar escaleras de buena estructura, 
  3. Si se arrastran los pies al caminar
  4. Si hay dificultad para pararse de un asiento altura regular. 
  5. Si se cansa con facilidad al caminar. 
Lo mejor es buscar un especialista en Fisioterapia en estos momentos que lleve un proceso de educación que le permita conocer los ejercicios a realizar y las medidas a tomar para mantener sus piernas fuertes y su equilibrio en buena condición. 



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